miércoles, 2 de enero de 2008

APEGOS EN LA INFANCIA Y MÁS ADELANTE

REFLEXIÓN SOBRE EL TEXTO: APEGOS EN LA INFANCIA Y MÁS ADELANTE.

FEENEY, J y NOLLER, P (2001): Apego adulto. Desclée.


Una vez leído el texto y tras realizar un resumen del mismo me dispongo a entresacar las reflexiones más importantes que me ha aportado.

Sin duda, ha sido un texto algo complicado puesto que continuamente va mostrando las diferentes investigaciones de los autores en relación al apego y quizá se hace algo denso.

Para elaborar mi reflexión seguiré un proceso lineal, siguiendo la estructura que presenta el texto. Incluiré las aportaciones más significativas que este me ha proporcionado y mi visión personal del tema.

En primer lugar, el texto comienza destacando a uno de los principales investigadores del apego BOWLBY, que exploró los procesos a través de los cuales se establecen y se rompen vínculos afectivos. Según él, el apego es “cualquier forma de conducta que tiene como resultado el que una persona obtenga o retenga la proximidad de otro individuo diferenciado y preferido, que suele concebirse como más fuerte y/o más sabio” (1973).

Además, este autor afirma que el sistema de apego forma parte de una serie de sistemas conductuales de vinculación que influyen en la exploración, el cuidado y el apareamiento sexual, los cuales están diseñados para asegurar la supervivencia y la procreación.

Los rasgos definitorios del apego son la búsqueda de proximidad, la base segura y el refugio seguro. Señala que las diferencias individuales en el apego vendrán marcadas básicamente por el contexto de entornos familiares estables que tienden a persistir a lo largo de la vida de una persona.

Numerosos autores han estudiado estas diferencias individuales, por ejemplo Ainsworth, del cual se destacan los patrones de conducta infantil que pueden usarse para identificar en los niños estilos de apego, destacan: el apego seguro, inseguro-evitativo e inseguro resistente o ansioso-ambivalente. Además, Ainsworth y sus colaboradores desarrollaron una técnica para evaluarlo, LA SITUACIÓN EXTRAÑA, que consistía en un situación que servía para generar niveles de extrés leves pero cada vez más intensos al niño y así poder observar sus conductas en relación a la separación, proximidad… del cuidador primario y una persona extraña.
Alejandro Iborra ha plasmado en las diapositivas una relación de los estilos de apego, que se han mostrado en el texto:
Estilos de apego identificados en la “Situación extraña” de Ainsworth:

1. Apego seguro (65-70%): exploración activa en presencia de la figura de apego, ansiedad moderada en la separación, fácil consuelo en el reencuentro
2. Apego inseguro-evitativo o evasivo (20%): independientes en su exploración, poco ansiosos en la separación, evitación en el reencuentro.
3. Apego inseguro-ambivalente o rebelde (10-15%): poca exploración, elevada ansiedad ante la separación, comportamientos ambivalentes en el reencuentro, dificultad para ser consolados
4. Apego inseguro-desorganizado (10-12%): características confusas y contradictorias (búsqueda de proximidad seguida de evitación), movimientos incompletos, estereotipados.

Una vez abordados los tipos de apego, seguimos analizando las características individuales, entre ellas los apegos múltiples, que vienen a defender la existencia de varias figuras de apego, no sólo la madre, sino también el padre, los hermanos… Bowlby ha reconocido este hecho pero a su vez mantiene que el cuidador primario se convierte en la persona de apego primaria en la que se prefiere como refugio en los momentos de angustia.

Aspecto con el que estoy de acuerdo, ya que se puede observar como los niños sienten ese apego hacia los dos progenitores. Siendo esto de gran recomendación, en caso de pérdida de alguna de las dos figuras.

Actualmente, me surge una duda, debido al cambio en la sociedad, ¿Quién sería la figura de apego, la madre o la educadora de la escuela infantil? Esta duda me ha surgido al reflexionar sobre los bebés, y su pronta incorporación a las escuelas infantiles, con tan solo cuatro meses o menos. Muchos de ellos pasan en estos centros la mayoría de la jornada del día y cuando llegan a casa, muchas familias no tienen mucho tiempo para estar con ellos, porque en muchos casos tienen que realizar las labores domésticas o cuidar del resto de hermanos o abuelos. Esto nos llevaría a pensar en un posible cambio en las relaciones de apego. Por tanto, ¿deberíamos volver a investigar el tema?

Respecto a la explicación de las diferencias individuales en el apego, continuamos señalando que estas se pueden deber a la experiencia individual, fruto de las relaciones que se hayan mantenido con la figura de apego; la constitución genética, que hace referencia al temperamento del niño y su influencia en la relación con los cuidadores y por último, la influencias cultural, que numerosos autores han investigado, afirmando que los apegos son diferentes según la cultura, debido a las diferentes prácticas de crianza.

En los últimos tres apartados del texto, los autores se centran más en el apego adulto, comenzando en la posible estabilidad de los patrones de apego. La mayoría de los autores afirman que los patrones son relativamente estables, pero que pueden variar en función de acontecimientos que vayan influyendo a lo largo de la vida de una persona. Por ejemplo, un niño que haya vivido en edad temprana en un orfanato, podría haber originado una conducta de apego evitativa-insegura. Debido al hecho de no tener una relación de apego con un mismo cuidador. Sin embargo, si al cabo de los años es adoptado por una familia con un contexto estable, ¿podría llegar a adquirir un apego seguro? Bajo mi punto de vista, creo que sí, aunque quizá en los primeros años de adaptación a la nueva familia se vería influido por el estilo de apego que hubiera adquirido previamente.

En el último punto se ha analizado la aplicación de la teoría del apego a las relaciones cercanas adultas, habiendo un consenso casi general entre los investigadores, sobre esta influencia. Bowlby sostiene que el sistema de apego desempeña un papel fundamental a lo largo del ciclo vital y que la conducta de apego es propia de los seres humanos “desde que nacen hasta que mueren”.

Morris en 1982, señaló que estas conductas marcarán las posteriores relaciones de intimidad, ya que son un tipo de vínculo afectivo, que se expresa por el deseo de mantener la cercanía de un compañero que se ve como individuo único no intercambiable con ningún otro.
Investigadores como Ainsworth y Weiss han considerado que algunas relaciones adultas son de apego y que normalmente la pareja sexual lo es.

La mayoría de las investigaciones han llegado a concluir que el apego infantil influye en la edad adulta.

Bajo mi punto de vista y a la luz de lo estudiado a lo largo del texto y mis conocimientos previos sobre el tema, creo que el apego influye casi de manera determinante en la edad adulta, porque nos enseña las conductas de relación social con los demás. Por tanto, para trabajar tanto con personas adultas, cómo con niños es fundamental conocer cuál es su conducta de apego dominante y así poder actuar para favorecer el apego seguro, que se supone que es el más positivo.

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